¿Quién puede hablar de fútbol?

Entre periodistas frustrados, exjugadores limitados y el desprecio por el juego que los hizo famosos

La reciente controversia en torno a la transmisión del partido entre Pachuca y América abrió un debate que va más allá del acceso a los contenidos deportivos.

Todo comenzó con una publicación de José Ramón Fernández en redes sociales, en la que, con tono desdeñoso, escribió: “El público es lo que menos les importa… ¿En verdad les quita el sueño no ver el Pachuca vs América? Hay cosas mucho más interesantes que hacer o ver a esa hora.” (5 de abril, 14:47 hrs, desde su cuenta @joserra_espn). Una postura paradójica, viniendo de quien ha construido una carrera entera alrededor del deporte, y especialmente del fútbol mexicano.

La respuesta no tardó en llegar. Damián Zamogilny, exfutbolista y actual comentarista, le replicó desde su cuenta @RusoZamogilny: “Duérmase la siesta señor. Igual nunca vio bien el futbol 🤭🤣” (5 de abril, 16:06 hrs).

Aunque la forma no fue la más elegante, el fondo tocó una fibra sensible: la contradicción de ciertos periodistas deportivos que hoy reniegan del juego que les dio fama, voz y sustento.

Esto no es un caso aislado. Existe una tendencia creciente en ciertos comunicadores de minimizar el valor del fútbol, sobre todo del local, como si el hecho de que esté en crisis justificara su desprecio. Y al mismo tiempo, critican a quienes intentan opinar desde otros lugares: exjugadores, entrenadores, o incluso aficionados. Como si solo unos pocos tuvieran el “derecho” a hablar del juego.

La experiencia no está reñida con la crítica

Zamogilny no fue una estrella. Muchos dirán que tampoco lo fue Kikin Fonseca, Marc Crossas, ni muchos otros que hoy trabajan en medios. Pero ¿eso les impide tener una opinión válida sobre el fútbol? El argumento de “no fuiste bueno, no puedes hablar” es una falacia frecuente.

Para hablar de cine no hay que ser director, ni para criticar una canción hay que ser Mozart. La experiencia de haber estado en una cancha, en un vestidor, compitiendo al más alto nivel, tiene un valor innegable. No es absoluta, pero tampoco irrelevante.

Y entonces, ¿qué lugar ocupa el aficionado? ¿El que no fue profesional, no estudió comunicación ni periodismo, pero sigue el juego, lo analiza, lo vive? ¿El aficionado que no es mejor periodista ni fue mejor futbolista que, digamos, Rafa Puente del Río? También tiene derecho a opinar. Su autoridad está en el interés genuino, en el conocimiento autodidacta, en la razón y su capacidad crítica. La afición informada es uno de los motores más poderosos del fútbol y debe ser vista como parte legítima de la conversación, no como un actor pasivo o ignorante.

En medio de esta discusión, el periodista Édgar Valero afirmó que a la mayoría de los aficionados los «sistemas de juego» no les importan. No coincido. Y de ser cierto, sería tristísimo. Pero precisamente por eso —por esa posible brecha— deberíamos fomentar un periodismo que acerque al público esa información, que eleve la conversación, que no simplifique al aficionado sino que lo rete.

El público, al final del día, es quien manda. Elige qué consumir, qué ignorar y qué premiar con su atención. No está obligado a aceptar lo que le ofrecen los grandes medios como si se tratara de un servicio público sin alternativa. Existen más opciones, incluida la opción de no ver, o de buscar nuevas formas de ver: otras plataformas, otros contenidos, otros enfoques.

Hoy en día hay creadores de contenido, youtubers, bloggers, tuiteros, analistas independientes y hasta productos como la Kings League, que sin ser parte del fútbol profesional tradicional, reciben atención masiva. Y ahí está la paradoja: se exige nivel profesional al exfutbolista en medios, pero el mismo público le regala (o vende) su atención a un deporte que no es de élite, a un periodismo amateur. Si bien es cierto que en esos nichos ha florecido la autenticidad, la creatividad, el análisis… también podría significar que el público realmente no es taaan exigente.

Lo mismo aplica al periodista de formación: su valor está en su metodología, en su capacidad para investigar, contrastar, comunicar y contextualizar. Pero muchos de ellos tampoco jugaron profesionalmente ni tienen estudios formales en comunicación, o —peor aún— se comportan como si los hubieran olvidado: lanzan frases como “hubo llamadas” o “hay amaños” sin presentar una sola investigación que lo respalde. Se suben al escritorio y gritan como energúmenos. ¿Entonces? ¿Quién tiene la autoridad definitiva?

Todos tienen una parte de la verdad

El periodista, el exjugador, el entrenador, el aficionado informado… todos pueden aportar. Cada quien desde su óptica, desde su formación, desde su experiencia. Lo que debería importar es la calidad del análisis, la honestidad intelectual y el respeto por el público. No se trata de imponer un discurso único, sino de enriquecer el debate.

Lamentablemente, buena parte de los medios deportivos ha optado por lo contrario: simplificar. Programas centrados en la polémica, en gritos, en lugares comunes como “echarle ganas”, «sudar la camiseta» o “romperse la madre”, como bien denunciaba Félix Fernández en su libro Guantes Blancos. Pensar que el público no está listo para contenidos más profundos es subestimarlo. El espectador no es tonto; está deseoso de aprender, de entender, de disfrutar el juego con más herramientas.

El fútbol merece respeto

El fútbol mexicano está lejos de su mejor versión. Pero desestimar el juego, minimizar su valor, desde los propios medios que viven de él, es no solo irónico, sino lamentable. El deporte puede ser frívolo o puede ser profundo, según quien lo mire y lo explique. Negarlo, o burlarse de él, es traicionar a la audiencia y al oficio.

Es tiempo de elevar la conversación. De dejar de lado los prejuicios y entender que el fútbol, como cualquier expresión cultural, se enriquece cuando se le toma en serio. El debate no debería ser quién puede hablar, sino cómo hablamos del juego. Y para eso, necesitamos menos arrogancia, más argumentos, y sobre todo, más respeto por el fútbol y por quienes lo amamos.

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