Por KirolTV
«No sé qué pasó con los mexicanos, de cuándo arrancó esa rivalidad, esa bronca. Yo siempre me sentí muy querido por la gente de México, nunca le falté el respeto a nadie. Ellos se pusieron en una posición de tener una rivalidad con nosotros que no existe realmente.» —Lionel Messi, entrevista para Simplemente Fútbol.
Para Lionel Messi, la rivalidad con México no existe. Para muchos mexicanos, es algo personal. No es una enemistad clásica, ni deportiva en el sentido más puro. Es un cóctel de agravios, percepciones, resentimientos y frustraciones que ha crecido, sobre todo, fuera del campo.
Muchos sitúan el inicio reciente de esta tensión en un video de la familia de Emiliano «Dibu» Martínez tras el sorteo de Qatar 2022. Al saber que México estaría en su grupo, el portero grita «Easy, easy» y salta de alegría. Para un país con tanto orgullo como el nuestro, eso fue una provocación.
En el Mundial, México jugó con miedo. Fue un equipo irreconocible, inofensivo. Eso dio paso a teorías: ¿Gerardo Martino, amigo de Messi, tiró el partido? La idea circuló, aunque la verdad es más sencilla: Argentina es mejor equipo. Punto.
Fernando Schwartz, periodista veterano, publicó al medio tiempo: «¿Dónde está Messi?». Respondieron Messi y el destino. Golazo. Y la marca de Herrera, expuesta tras la salida por lesión de Guardado, que hasta entonces lo había contenido.
Guardado intercambió camisetas con Messi. Y en el vestidor argentino, se captó a Messi empujándola con el pie mientras se quitaba los botines. Para algunos, un gesto sin intención; para otros, una falta de respeto.
Los datos no ayudan:
- 26/11/2022: Argentina 2-0 México (Mundial de Qatar)
- 11/09/2019: Argentina 4-0 México (amistoso)
- 21/11/2018: Argentina 2-0 México (amistoso)
- 17/11/2018: Argentina 2-0 México (amistoso)
Cero goles. Muchas derrotas. Y un silencio largo en nuestras redes.
Luego vinieron los dardos: el Dibu diciendo que Ochoa colaboró en el segundo gol, la amarga salida del «Tata», el crecimiento de Argentina ganando todo: Copa América, Finalissima, Mundial. Y más.
Messi, convertido en leyenda global, con vínculos evidentes con Qatar. Muchos penales a favor. Velo ceremonial. El Inter de Miami invitado al Mundial de Clubes. Y sí, el torneo se inaugura en su estadio. A eso sumemos «milagros» deportivos ante FC Dallas, LAFC, y un aura de protección alrededor del 10.
Pero el punto de ruptura fue en casa. El 10 de abril de 2024, en el BBVA, Monterrey recibió al Inter de Miami. Y no lo hizo con flores. Lo hizo con silbidos, presión y personalidad. Ganó Rayados, «perdió Messi», y explotaron las redes. Jero Freixas, influencer argentino, insultó a México. Perdió patrocinios. Se cayó la careta.
Durante Qatar, otro episodio: en el metro, mexicanos cantaron «En las Malvinas se habla inglés». Dolió. Se repitió. Como si hubiéramos descubierto el punto débil. No era fútbol. Era otra cosa.
Y no estamos libres de culpa. Burlas por la economía, por su acento, por su presencia en el sector servicios. Olvidando que los mexicanos vivimos lo mismo en Estados Unidos y Europa. Una ironía que duele más cuando se mira de frente.
El conflicto escaló. Se volvió racial, clasista, visceral. Y eso no es fútbol. Es una batalla cultural que no tiene sentido.
La salida, si es que la hay, está en la cancha. Que México compita. Que gane. Que vuelva a ilusionar. No para humillar, sino para reconciliar. Para que la admiración vuelva a tener lugar. Porque nuestra liga está llena de argentinos que dejaron huella. Porque hay respeto. Porque hay historia compartida.
Ni ellos están limpios. Ni nosotros. Pero tampoco está nadie del todo sucio. Sólo hay heridas. Y como todas, hay que dejarlas respirar.
Solo así, quizá, podamos volver a hablar de fútbol.

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