Luc Besson regresa con un Drácula que no quiere aterrar tanto como enamorar. Entre un prólogo épico, gargolas CGI discutibles y un Caleb Landry-Jones desbordado en pantalla, la película propone una visión más melancólica que monstruosa. ¿Funciona? Depende de qué esperabas al comprar tu boleto.
Drácula: Una historia de amor se estrenó el 14 de agosto en los cines de México. Junto a Frankenstein de Guillermo del Toro, era de las películas más esperadas por los amantes de los monstruos, aunque llegaba con menos impulso. Parte de ello se explica porque es una producción francesa y porque Luc Besson, pese a títulos de culto como Nikita, El perfecto asesino o El quinto elemento, venía atravesando horas bajas tras fracasos sonoros como Valerian. Aun así, su nombre mantiene cierto magnetismo y nos animamos a verla, sobre todo con el recuerdo fresco del Nosferatu de Robert Eggers que pasó por cartelera a finales de 2024 e inicios de 2025.
Esta es otra adaptación de la novela de Bram Stoker, así que más que con el Nosferatu de Robert Eggers, la comparación lógica es con el Drácula de Francis Ford Coppola en 1992, por más osado que eso pueda parecer. La historia sigue el hilo tradicional: Jonathan Harker llega al castillo del conde en Valaquia para unos trámites de bienes raíces. Se encuentra con un príncipe Vlad decrépito que lo atrapa en su guarida y pone los ojos en Mina Murray, convencido de que es la reencarnación de su princesa perdida Elisabeta, muerta trágicamente defendiendo su reino de los otomanos. La sombra de la muerte llega a la gran ciudad y un reducido grupo de héroes deberán enfrentarla.
La cinta arranca, literalmente, a tambor batiente: un joven Vlad enamorado es desprendido de los brazos de su mujer para ir a la guerra. Pide a regañadientes la confirmación de que es voluntad de Dios. Aunque vence al invasor, no logra salvar a su esposa, lo que lo lleva a volcar su furia contra la Iglesia y ser maldito para siempre.
Decidido a luchar por su amor inmortal, Vlad pasar cuatro siglos buscando a Elisabeta por las cortes de Europa. La fortuna —¿o destino?— lo lleva a reencontrarla gracias al pobre Harker, y así viaja, no a Londres sino a París, para intentar recordarle a Mina quién fue cuatro siglos atrás.
Es momento de hablar del gran, gran acierto de esta producción: Caleb Landry-Jones. Un nombre quizá poco conocido pero un rostro imposible de olvidar. Ya había trabajado con Besson en Dogman y aquí se confirma como un bicho raro perfecto para un papel protagónico. Con su cara de payaso triste, desmaquillado y patético, despliega todo su arsenal histriónico: es inquietante, emotivo, amenazante y carismático. Landry-Jones no cabe en la pantalla y se agradece la confianza depositada en él. Lo mejor de la película, sin duda, y espero que el trampolín definitivo para un actor que se ha atrevido con papeles difíciles y los ha llevado a buen puerto.
Elisabeta/Mina corre a cargo de Zoë Bleu, hija de Rosanna Arquette, con apenas diez créditos previos. Cumple muy bien en sus dos registros: la Mina inocente y virginal y la Elisabeta intensa del prólogo. El personaje tiene cambios respecto a otras versiones, como la de Winona Ryder en los noventa o la más reciente Lily-Rose Depp (Que no es Mina por derechos de autor… pero es Mina).
Muchos extrañarán un Van Helsing clásico. Aquí Christoph Waltz aparece en un rol breve pero interesante: sacerdote de la Santa Sede y a la vez cazador de vampiros, conocido incluso por Vlad. Siempre es un placer verlo —es mi segundo austriaco favorito… el primero es Arnold, malpensados— con su ironía y mordacidad habituales. Quizá se sienta desaprovechado, pero en el fondo encaja: esta no es la historia de un monstruo a eliminar, sino la de un hombre que debe salvar su alma y reconciliarse con Dios. Y para eso, tiene más sentido un sacerdote que un científico, o un héroe de acción cazador de demonios. (Nada contra ustedes, Sir Anthony o Hugh. Iría a la guerra con ustedes)
¿Y las gárgolas? Sí, bueno, hay que hablar de las gárgolas. Sí, rompen con la oscuridad de la cinta (si no te había dado cuenta ya con la escena de baile, y sí, sus efectos pueden sacar a muchos de la inmersión. Pero vamos, vinieron a ver una película de Luc Besson: ya habían comprado su Leeloo Dallas Multipass para meterse al cine. Así que cómanse sus palomitas, disfruten del vendaval que es Caleb Landry-Jones y luego me cuentan qué les pareció. A mi me gustó bastante.
Calificaciones
- Mi calificación: 7.5/10
- Rotten Tomatoes: 69% 🍿 / Pendiente tomatometer.
- IMDb: 6.2/10
- Letterboxd: 2.96/5
Ficha técnica
Drácula: Una historia de amor.
Dracula: A Love Tale. Dir. Luc Besson. Con Caleb Landry Jones, Zoë Bleu, Christoph Waltz y Matilda de Angelis. EuropaCorp. Francia, 2025. 129 minutos. Clasificación B15.

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